viernes, 23 de diciembre de 2016

Historias de chaneques (I)

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De Acayucan: Cuna de la Revolución. 100 Aniversario 
de Alfredo Delgado Calderón
(Tomo II: Cultura y tradición Oral)

Dicen que los chaneques habitan en el corazón de los manantiales, en las ceibas y amates, en las cuevas y en algunos cerros. También se les encuentra en los sitios arqueológicos, en los pozos petroleros o entre las maquinarias de las fábricas y talleres. Rara vez se les mira, pues son elusivos, nocturnos y solitarios. Los chaneques son una suerte de duendes, de espíritus chocarreros, de tlaloques ayudantes de los dioses antiguos. Son una especie de enanos rechonchos y simpáticos, con cabello crespo; algunos los imaginan desnudos, otros dicen que están vestidos de taparrabo, aunque también los han visto con un sombrero picudo y con jarana terciada al hombro. Aunque estos espíritus son esencialmente subterráneos, también los hay celestes: son los chaneques que ayudan a los hombres-rayo, los chamanes popolucas que provocan lluvias y detienen las tormentas dañinas. Esos chaneques, hijos del rayo viejo del sur, son de color verde, tienen la cabeza en forma de hacha y viven en las cascadas y en los saltos de agua.

La creencia en los chaneques es típica del sur de Veracruz y en Acayucan tiene un amplio arraigo. Cuentan que se aparecen a los niños pequeños y los pierden en las veredas o se los llevan a jugar a los acahuales. Numerosas historias dan cuenta de chiquillos que se perdieron horas o días enteros, y que fueron encontrados aparentemente jugando con amiguitos invisibles entre la vegetación tupida.

Estos espíritus chocarreros despiertan sentimientos encontrados. Hay quienes afirman que en realidad son juguetones y bromistas, pero inofensivos. Cuentan que a veces riegan por toda la casa ceniza de los fogones o de los hornos de panadería, pero que en otras ocasiones recogen y doblan cuidadosamente la ropa lavada y puesta a secar durante la noche, pero que si los hacen enojar ponen excremento en ella. Incluso hay quienes dicen que dan buena fortuna y se encariñan con las mascotas de la casa, y que hay casas y familias donde algunos chaneques se sienten a gusto.

Quienes trabajan de noche o gustan recorrer la parranda hasta la madrugada cuentan que han visto a niños deambular solos por las calles y veredas, y que cuando quieren hablarles para ver si están perdidos se desaparecen o corren apresuradamente perdiéndose en los lotes baldíos, en las casas abandonadas o en los terrenos montosos. Con las primeras sombras que siguen al crepúsculo es frecuente ver niños pequeños deslizándose por la pendiente de los montículos arqueológicos, jugando a las resbaladillas. Son chaneques, dicen. Algunas personas afirman que son molestados en las noches por ellos, que les jalan la sábanas en el momento justo en que inician su sueño o que les tiran cosas o desaparecen algo que se necesita con urgencia o que escuchan risas de niños jugando en el patio, pero cuando salen no hay nadie.

También tiran a la gente cuando se mece en las hamacas o tocan la puerta de las casas por la noche y luego se esconden, apagan el fuego de los candiles o lanzan piedras a los techos de lámina de zinc de las casas.

Hay quienes dicen que los chaneques devuelven las cosas que esconden si se les deja un puñito de semillas de mostaza, y para que no molesten en los patios de las casas o caminos, hay que dejarles algunos cigarros. Para que no escondan las cosas valiosas (una de sus travesuras preferidas), otros creen que hay que escribirles encima la palabra "compadre", pues los chaneques odian ese término. De esa manera no se atreven a tomar nada que lleve escrita esa expresión.
También hay personas que dan a los chaneques un carácter diabólico y malvado, que de las bromas pesadas pasan a la agresión, provocando daños y echando abajo negocios seguros. Esto lo explican algunos diciendo que hay chaneques blancos y negros, buenos y malos, bonachones y antipáticos.

Hace algunos años era frecuente que los chamacos se fueran a bañar a los arroyos o pozas ubicados en los alrededores de los pueblos. Los de Acayucan iban al Michapan, al Arroyo de Cañas, a Correa o al Apompal. Muchos cuentan que los chaneques les escondían la ropa, por lo que preferían nadar vestidos; a veces había que meterse con todo y sombrero.

Por si las dudas, mucha gente evita ir de noche a lo pozos por agua, para no encontrarse con los chaneques, aunque por otra parte los pozos de agua o cazimbas van desapareciendo ante la comodidad del agua potable entubada, que llega directamente a la cocina de la casa. Antes se decía que estos duendes jalaban la cubeta a los niños que intentaban sacar el agua del pozo, o a las muchachas que "ya no eran señoritas". Para evitar sorpresas y malos entendidosen muchos manantiales públicos preferían poner una especie de fuente donde se podía llenar cómodamente los cántaros, como sucedía en el legendario Temoyo, donde tampoco faltaron los chaneques. Junto con los pozos y norias se van extinguiendo también los fogones donde se cocinaba con leña y los viejos hornos de panadería, de manera que en los espacios urbanos quedan pocos escondrijos para estos espíritus menudos.

Adopte un chaneque
Cuentan los que saben que las huellas de los chaneques marcan una dirección cuando en realidad caminan en sentido contrario, pues tienen los pies al revés. Cuando en el suave lodo de los pozos y manantiales quedaban impresas huellas de pies de niños se pensaba que en realidad eran huellas de chaneque. Si se veían llegando al pozo, en realidad el chaneque ya se había ido; si se veían alejándose, seguramente estaba escondido en el pozo, manantial o arroyo de donde partía. Se piensa que algunas plantas, como el cempasúchil o la flor de asusa, también conocida como gagalaxochitl, sirven de morada a estos duendes. Cuando a medio día las matas de chipile derraman su olor, lo que en realidad sucede es que las chanecas están guisando.

Se piensa que si se logra atrapar a un chaneque, se le puede pedir cualquier cosa antes de liberarlo, con la seguridad de que le será concedida. Una estratagema es dejar un vaso estrellado, pero entero, boca abajo en los lugares que frecuentan los chaneques. El vaso atrae la atención del duende y se queda fascinado mirándolo. Inmediatamente antes de la alborada hay que sorprenderlo y tomarlo fuertemente por los brazos, y no dejarlo ir hasta que se comprometa cumplir un deseo.

Como no pueden exponerse al sol, generalmente cumplen antes de que amanezca. Otros dicen que basta poner una baraja española, bebidas alcohólicas y una mesa pequeña. De esa manera los chaneques se sientan a jugar y bajan la guardia, por lo que se les puede atrapar fácilmente. El peligro es que el chaneque puede aficionarse a la persona que pudo dominarlo y seguirlo a todas partes, sin dejarlo dormir, instalándose debajo de la cama, en el closet o en los jardines densos y fincas umbrías. De hecho se cree que hay chaneques enamorados que por las noches besan las piernas de las mujeres bonitas mientras duermen, dejándoles marcados moretones y que esconden la ropa de las muchachas cuando se bañan en los arroyos.
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