sábado, 17 de enero de 2015

Los alucinógenos y la bioquímica de la conciencia

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De Alucinógenos y Cultura
de Peter T. Furst

Todo el tema de las sustancias químicas en la naturaleza y su relación, real o potencial, con estados alternos* de la conciencia es vasto y complejo. Se extiende hasta el origen de lo que Jung llamó “arquetipos”, temas universales que generan mitos en la tradición oral (especialmente el contenido sorprendentemente similar de la mitología funeraria, heroica y chamística que existe en todo el mundo), el arte y la iconografía, los tradicionales sistemas culturales de percepción y ordenación de la realidad que difieren drásticamente del llamado modelo occidental “científico”, las concepciones de Otros Mundos, la muerte y el más allá, el misticismo y, de hecho, lo que llamamos religión. Y, por más que creamos saber, en realidad apenas hemos empezado en estas áreas culturales, así como apenas tenemos contacto con el hecho de que aún en nuestras horas de vigilia nuestras mentes constantemente fluctúan entre estados discretos o alternos (pero sin embargo complementarios), estados dirigidos hacia dentro o hacia afuera, y con el hecho de que este fenómeno conlleva directamente al uso y efectos de los psiquedélicos. Hay, por supuesto, grados de intensidad en la experiencia de la conciencia dirigida al interior: es obvio que un “elevón” de peyote no es del mismo orden que el del ensueño, aun cuando operen similares procesos neuroquímicos en el cerebro.

Si se tratara de reducir a su esencia el complejo proceso químico que ocurre cuando una droga psicoactiva externa, como la psilocibina, llega al cerebro, se diría entonces que la droga, cercanamente emparentada en su estructura con los indoles, el indol que naturalmente se produce en el cerebro parece interactuar con estos últimos como si encerrara temporalmente en su lugar un estado de conciencia no ordinario o dirigido hacia el interior, posiblemente dejando afuera ciertas áreas o sustancias químicas que participan en los modos “ordinarios” de conciencia. **En cualquier circunstancia, cualesquiera que sean los procesos químicos participantes (aunque debemos abstenemos de sobrevalorar o de subestimar el efecto que el descubrimiento de las plantas psicoactivas y de otras formas de vida puedan haber tenido en las concepciones del mundo, o en las ideologías), obviamente hay enormes implicaciones, biológico-evolutivas al igual que filosóficas, en el descubrimiento de que precisamente en la química de nuestra conciencia somos similares al reino vegetal.
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* La sustitución del término “alterno” por el usual “alterado” fue sugerida por el doctor Norman Zinberg (1974), “para”, escribió, “evitar la idea de que el cambio altera a la conciencia de la manera como debe ser”. Sin embargo, muchas autoridades en “estados altos” están de acuerdo con O. T. Tart (1972) en que éstos constituyen “una alteración cualitativa en el patrón general de funcionamiento mental, en cuanto que el experimentador siente que su conciencia es radicalmente distinta a la manera como funciona normalmente”.
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Ésta es un área de investigación en la que el doctor joel Elkes, anteriormente jefe de Psiquiatría del hospital Johns Hopkins de Baltimore, Maryland, ha hecho un considerable trabajo de pionero. Puede advertirse que aún en los “estados altos” de drogas de gran intensidad, como los hongos psylocibe o el peyote, algunas veces es posible alternar los estados dirigidos hacia dentro y hacia afuera mediante el simple procedimiento de abrir y cerrar los ojos. Al menos yo he observado que esto es así, y he visto que los indios hacen las mismas transiciones durante los rituales
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