domingo, 4 de mayo de 2014

Acerca del concepto de progreso de Walter Benjamin

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Por Angelina Uzín Olleros

1 - Historia y progreso son términos que suelen aparecer identificados. La célebre imagen de Prometeo robándole el fuego a los dioses para entregárselo a los mortales se utiliza recur rentemente como símbolo de progreso. El hombre se libera del frío, cocina los alimentos, ilumina su rostro en la penumbra. El fuego le otorga una posibilidad, un adelanto, un mejoramiento. La promesa prometeica de traicionar la divinidad para alcanzar desde lo humano la superación de una falta, la pieza que completa un todo, la clave para descifrar un mensaje: esa promesa al cumplirse nos lleva a un castigo eterno.

Tal vez es te logos que nos aleja del mito, esta episteme que se separa de la doxa; no es otra cosa que un intento fallido de progresar dejando atrás aquello que – a pesar del es fuerzo - nunca se ha ido.
Cuando la his toria es comprendida como una continuidad progresiva,
evolutiva, superadora, perfectible - siempre nos sitúa hacia el futuro -, miramos el porvenir con ingenua esperanza; dejamos de lado el ejercicio de recuperar en la memoria un pasado que no debe repetirse.
“Sólo tiene derecho a encender en el pasado la chispa de la esperanza aquel historiador traspasado por la idea de que ni siquiera los muertos estarán a salvo del enemigo, si éste vence. Y es te enemigo no ha cesado de vencer .”

El futuro de ciencia ficción que nos aturde en las imágenes y los simulacros de los medios , no deja de ser cómplice de un olvido que nos aleja del presente pleno, de la verdadera experiencia.
El presente no está separado, escindido, liberado de un pretérito que quedó sepultado con los muertos. No hemos asistido aún a dar sepultura definitiva a la injusticia; ésta se renueva en los rostros de los opresores, en las campañas de un mundo mejor para los consumidores, en los escenarios tecnificados de los shopping, en la falsa conciencia de los mercaderes del bienestar.

2 - Jean - Jacques Rousseau abría la siguiente interrogación: ¿el progreso científico trae aparejado el progreso moral de los pueblos?.
Afirmaba entonces que no es así. El progreso científico-técnico ha construido un mundo de falsas representaciones, de saberes fragmentados, un universo de profundas desigualdades; que – como señalaba el mismo Rousseau - éstas desigualdades no son del orden natural sino que son consecuencia del orden social. En el seno de la sociedad se genera la des igualdad, el pacto traiciona la mayoría de las veces a la naturaleza humana.

Prometeo está encadenado a la felicidad de los psicofármacos, a la terapia de la autoayuda, al amor por internet, a un tiempo sin historia que es un tiempo vacío. Hemos perdido la conciencia histórica, hemos abandonado las preguntas ¿quiénes somos?, ¿quién ha sido el que nos precede?. Hemos perdido la experiencia de un presente pleno. “... cada cultura es ante todo una determinada experiencia del tiempo y no es posible una nueva cultura sin una modificación de esa experiencia.
Por lo tanto, la tarea original de una auténtica revolución ya no es simplemente ‘cambiar el mundo’, sino también y sobre todo ‘cambiar el tiempo’. El pensamiento político moderno, que concentró su atención en la historia, no ha elaborado una concepción adecuada del tiempo. Incluso el materialismo histórico hasta ahora no ha llegado a elaborar una concepción del tiempo que es tuviera a la altura de su concepción de la historia.”

3 - Sin justicia no hay presente. Los rostros de los vencidos se repiten en los reclamos de las Madres de Plaza de Mayo, en los familiares de las víctimas en los atentados a la AMIA y a la Embajada, en los des terrados de las privatizaciones. Los rostros de los desaparecidos aparecen en cada indulto, en cada amnistía, en cada rincón del olvido colectivo. No hay presente si acontece la mediatización del sufrimiento, si el sufrimiento del otro no se hace carne en nosotros ; el pasado atiborrado de notas a pie de página, de fechas, nombres y lugares, el pasado anecdótico despojado de crítica: nada puede decirnos .
“La concepción de un progreso del género humano en la historia es inseparable de la concepción del proceso de la historia misma como si recorriese un tiempo homogéneo y vacío. La crítica de la idea de este proceso debe constituir la base de la crítica de la idea del progreso como tal.”


La historia del progreso es la historia de la barbarie, es la historia de los vencidos, como afirma Benjamin “No existe documento de cultura que no sea a la vez documento de barbarie”. El progreso en sus diferentes nombres: avance, desarrollo, evolución, primer mundo... guarda dentro de sí la otra cara: retroceso, subdesarrollo, involución, tercer mundo. La falta de progreso se adjudica a una incapacidad de orden natural o de orden cultural. El indio, el negro, la mujer, los pobres no entran en los beneficios de ese progreso porque en ellos anida – afirma el vencedor - la imposibilidad de crecer , de desarrollarse, de mejorar.
Desde la Conquista de América asistimos a una historia de la humanidad que no es otra que la historia de los vencedores, aquellos que en nombre de una guerra santa se llevaron el oro y la materia prima.
En nombre del progreso se justifica la barbarie, y es esa justificación la que necesita de la crítica, la que precisa los rostros de los que han perdido un patrimonio cultural, porque ese patrimonio sólo lo gozan los que recibieron la herencia; quedan, entonces los desheredados , “la clase oprimida que combate”.

4 - ¿Qué significa para nosotros pensar la historia críticamente?, ¿qué tarea debemos emprender para desocultar los velos de una historia del progreso?, ¿qué presente pleno estamos dispuestos a vivir desde la pregunta por un tiempo nuevo?.

Para Benjamin “las revoluciones fueron vividas como una verdadera detención del tiempo y como una interrupción en la cronología”. La revolución necesaria en el presente para que éste sea un tiempo pleno, no es otra que la de pensar críticamente. En tiempos de posthistoria, de postilustración, de postmodernidad: sería verdaderamente revolucionario rescatar la crítica. Pensar la historia en términos de crítica cultural como crítica de la idea de progreso.
En la Tesis VI Benjamin nos dice: “Articular históricamente el pasado no significa conocerlo ‘como verdaderamente ha sido’. Significa adueñarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro...El peligro amenaza tanto al patrimonio de la tradición como a aquellos que reciben tal patrimonio. Para ambos es uno y es el mismo: peligro de ser convertidos en instrumento de la clase dominante. En cada época es preciso esforzarse por arrancar la tradición al conformismo que está a punto de avasallarla.”

'Podríamos escribir un Glosario de los vencidos: descamisados, excluidos, desocupados, marginados, exiliados, oprimidos, discriminados...; podríamos escribir un ensayo sobre los nuevos sujetos de la barbarie sujetados a la injusticia de un tiempo que siempre ha acontecido y que no cesa de acontecer; podriamos mostrar imágenes de un presente sin futuro, sin bisagras en la puerta que abre al pasado, un pasado que deja pasar por una hendija el aviso de un peligro, el reclamo de una clase que peligra ante el opresor.
Ahora aparecen nuevos rostros (que nos recuerdan otros rostros), son los piqueteros que cortan la ruta de la desesperanza pero no pueden cortar – todavía - con la amenaza de un presente que es pasado que se repite; voces que reclaman su derecho a vivir dignamente, en el aliento de un grito al que seguimos haciendo oídos sordos.

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