martes, 11 de febrero de 2014

El sacrificio

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De Cuentos sin plumas (Without Feathers) de Woody Allen
(Capítulo 4: Los Pergaminos)


Y Abraham se despertó en mitad de la noche y dijo a su único hijo, Isaac:

— He tenido un sueño en que la voz del Señor me ha ordenado que sacrifique a mi único hijo, así que vete poniendo los pantalones.

E Isaac tembló y repuso:

— ¿Y qué has dicho tú? Quiero decir, cuando Él te ha presentado esa papeleta.

— ¿Y qué iba a decir? — contestó Abraham —. Estaba allí, a las dos de la madrugada, en ropa interior ante el Creador del Universo. ¿Iba a discutir con Él?

— Bueno, ¿dijo Él por qué desea que me sacrifiques? — preguntó Isaac a su padre.

Pero Abraham replicó:

— El creyente no hace preguntas. Y ahora vamos, que mañana me espera un día muy ajetreado.

Y Sarah, al escuchar los planes de Abraham, se irritó y dijo:

— ¿Cómo sabes que era el Señor y no, pongo por caso, ese amigo tuyo al que le gustan tanto las bromas pesadas? Porque el Señor detesta las bromas pesadas, y todo aquel que gaste una será entregado a sus enemigos, puedan éstos o no pagar los gastos de envío.

Y Abraham respondió:

— Porque yo sé que era el Señor. Era una voz profunda, resonante, bien modulada, y nadie en el desierto es capaz de retumbar de esa forma.

Y Sarah insistió:

— ¿Y pretendes consumar ese acto insensato?

Pero Abraham respondió:

— Francamente, sí, porque poner en duda la palabra del Señor es una de las peores cosas que puede hacer un hombre, sobre todo estando como está la economía.

Y así llevó a Isaac a cierto lugar y se dispuso a sacrificarle, pero en el último momento el Señor detuvo la mano de Abraham y dijo:

— ¿Cómo puedes hacer semejante barbaridad?

Y Abraham protestó:

— Pero Tú dijiste…

— No importa lo que Yo dijera — tronó el Señor —. ¿Prestas atención a todas las ideas absurdas que se te presentan?

Y Abraham se sintió avergonzado.

- Ejem, no, en realidad, no.

- Te sugiero en broma que sacrifiques a Isaac y te falta tiempo para poner manos a la obra

- Y Abraham cayó de rodillas.

- Mira, nunca sé cuando hablas en broma.

Y El Señor estalló:

- No tienes sentido del humor. No puedo creerlo.

- Pero, ¿no prueba eso que te amo? Estaba dispuesto a entregarte a mi único hijo según tu capricho.

Y el Señor contestó:

- Eso prueba solo que algunos hombres obedecen cualquier orden, por cretina que sea, mientras la formule una voz resonante y bien modulada.

Y con esto, el Señor ordenó a Abraham que se fuera a descansar y volviese a despachar con Él, al día siguiente.
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