martes, 24 de septiembre de 2013

Artistas del Tao

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 De La Sabiduría de Chuang Tse: Textos fundamentales del taoísmo
de Sam Hamill y J.P. Seaton
(Capítulo 9: Aprendiendo a vivir)

Mientras Confucio salía de un bosquecillo que había en Ch'u, vio a un jorobado atrapando cigarras con la punta de un bastoncillo con tanta soltura como si estuviendo recogiendo moras.

— ¡Un artista! - exclamó Confucio -. ¿Hay un Tao en ello?

— Yo poseo el Tao - contestó el jorobado -. Me he pasado cinco o seis meses sosteniendo dos bolitas de barro en la punta de mi bastón hasta lograr que no se cayeran. Al final sólo se me escapaban las cigarras más diminutas. Cuando conseguí sostener tres bolitas a la vez, sólo una entre diez podía huir. Después practiqué con cinco bolitas hasta conseguir que no se cayera ninguna. Al llegar a este punto fue como recoger moras. Ahora mi cuerpo se eleva como el tronco de un árbol muerto, el brazo extendido no es más que una de sus ramas. Aunque el cielo y la tierra sean grandes y las diez mil cosas sean muchas, todo cuanto conozco son las alas de as cigarras. ¿Cómo podría no atraparlas?

Confucio, volviéndose hacia sus seguidores, dijo:

— «Usad el corazón indiviso del caballero. Y ahí cuajarán el espíritu.» Este antiguo proverbio sin duda es aplicable a este caballero jorobado.

Entonces Yen Hui dijo a Confucio:

- Mientras cruzaba en Ch'ang-shen las violentas y peligrosas aguas, el barquero conducía la barca como un espíritu. Así que le pregunté: «¿Es posible aprender a manejar una barca de ese modo?». Y el contestó: «Sí, lo es. Muchos buenos nadadores poseen esta habilidad. Y también los buceadores. Pueden incluso hacerlo antes de haber visto una barca». Le pedí que fuera más ecplícito, pero no quiso. ¿Podrías tú explicármelo?

Confució respondió:

— Muchos buenos nadadores pueden hacerlo porque se han olvidado del agua. En cuanto a los buceadores capaces de conducir una barca incluso sin haberla visto nunca, ven las violentas y peligrosas profundidades del mismo modo que verías un camino de carro de las tierras altas. Y una barca volcada es para ellos lo mismo que para ti un carro encallado. Encallado o volcado, cuando es algo que has visto ya miles de veces, no te impresiona. De modo que puedes seguir avanzando sin tener miedo.
Cuando un arquero dispara porque si - continuó Confucio -, puede hacer gala de una gran habilidad; pero si dispara para ganar una hebilla de bronce, intentará no ponerse nervioso y apuntar bien. Y si el premio consiste en el atractivo oro amarillo, se cegará.
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